Reflexiones al vapor: Sobre Literatura y Cotidianidad


Como dedicados a la literatura hay ideas que no nos convienen que se crean. Por ejemplo, que el amor o matrimonio puede ser bello, que las relaciones entre personas son posibles y que la felicidad es alcanzable y estable. Entonces vamos buscando a los escritores que son decadentes y los convertimos en escritores de “lo cotidiano”, cuando auténticamente lo que narran o poetizan o dramaturgian son eventos extraordinarios. La propia literatura, la escritura de un libro, es decir un texto que sea artístico y literario, ya es un evento extraordinario, que no ocurre tan seguido. Si el tema es ‘la cotidianidad del matrimonio’ o ‘la ineludible infelicidad de los infelices’ es lo de menos, lo que ocurre y a lo que ocurrimos como lectores o espectadores del evento artístico es al arte, no las cotidianeces del mundo –de por sí y obvio- cotidiano. Pensar en la anécdota o en lo que cuenta un poema es igual a ver el Ciudadano Kane por la historia siempre y con final sorpresa y no por los acercamientos, tomas y deleitosos aspectos que Orson concibió –o reunió- para nosotros. Joyce no es genial por lo cotidiano narrado, sino por el mismo suceso de la escritura; es decir, y en palabras muy sencillas, porque hace literatura y no otra cosa, ni siquiera es una copia de la realidad, eso a nadie le importaría (aunque talvez a los idiotas). (La realidad no existe sino en ella, ni siquiera está en la cabeza). Y estas ideas, la diferencia entre literatura y vida, a menudo no queremos que se vean, que se crean, pues al aparecer y evidenciarse sabemos, ineludiblemente, que de especiales no tenemos nada los que leemos, los que nos acercamos a la literatura. Es, en fin, una formita más de ver la vida y la realidad, tan válida como cualquiera. (La fotito es de Beaton)

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